Abundancia Aquí y Ahora

 

por Ada P. de Mondino, de Montevideo, Uruguay

Miembro del Cuerpo de Conferenciantes de La Iglesia Madre,

La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts, E.U.A.

 

La conferenciante habló sustancialmente como sigue:

 

Voy a contarles un cuento que leí cuando era una niña. Quedó tan grabado en mí que todavía lo recuerdo. Era sobre un anciano noble que pidió a sus tres hijos que eligieran lo que quisieran de su propiedad. El mayor eligió el castillo. El segundo las tierras porque quería llegar a ser un poderoso propietario. El más joven simplemente le pidió su gran biblioteca. Lo que realmente le importaba era saber más. Los otros se burlaron de él, aunque él parecía muy contento con su elección.

Años después, cuando los hijos ya habían recibido su herencia, un ejército invadió el país. Los tres hermanos no tuvieron otra alternativa que huir. Los dos mayores le preguntaron al menor qué pensaba llevarse. Y él les respondió: "Ustedes no pueden llevarse ni el castillo ni las tierras, pero yo me llevo lo que los libros me enseñaron. Esta es mi parte de la herencia y ya la tengo conmigo". Evidentemente, el hermano menor estaba capacitado para enfrentar el futuro con el conocimiento que tenía.

¿No está la humanidad pasando hoy en día por una situación como la de los hermanos mayores? ¿Por qué? ¿Por qué tanta gente está pasando por grandes necesidades? ¿Por qué hay tanta hambre, pobreza, desempleo? ¿No será porque la humanidad, individual y colectivamente, está eligiendo como hicieron los dos hermanos mayores, está eligiendo desde una base materialista, transitoria, temporaria, insustancial?

Por ejemplo, algo que todos ustedes conocen muy bien: este país está pasando por un proceso inflacionario. Hace quince años que mi país está pasando por una situación parecida. Hoy en día la inflación ya no es un problema de unos pocos países. Hoy en día la inflación es un problema mundial. Parece que el mundo no puede escapar del círculo vicioso del aumento de precios y la devaluación de la moneda. Los economistas de todo el mundo han estudiado a fondo el problema. Explican sus causas y hasta conocen sus resultados, pero ¿se entrevé alguna solución?

Ya es tiempo de considerar si el punto de partida de los sistemas económicos y su solución a los problemas es adecuado. Tiempo de ver si se ha hecho la elección correcta. Tiempo de hacer un análisis — sin prejuicios ni preconceptos —. Tiempo de decidir si la materia debe continuar siendo la base de la economía humana, o ser descartada para tomar como base a Dios, el Espíritu, como la fuente segura de toda provisión.

La Ciencia Cristiana* trae a los problemas aparentemente insolubles de la humanidad, un nuevo concepto de sustancia — un concepto conocido por los antiguos profetas y probado por Cristo Jesús. La Ciencia Cristiana nos muestra cómo podemos dejar que Dios dirija nuestra elección. Nos muestra cómo recurrir al Espíritu, Dios, como la fuente infalible de nuestra herencia — el bien.

Cuando cambiamos nuestro concepto de sustancia, nuestras necesidades son satisfechas

Hace unos años mi esposo y yo comprobamos que los efectos de la inflación pueden ser superados por medio de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. En ese momento nuestro país estaba pasando por un período de inflación como nunca habíamos conocido. Estábamos bastante acostumbrados a la inflación, pero ésta era muy seria. En pocos meses el dólar subió casi al doble de su valor en relación con nuestra moneda.

Mi esposo y yo debíamos hacer un viaje a los Estados Unidos para cumplir con una obligación importante. Claro, estábamos encantados con la posibilidad de este viaje. El problema era que teníamos que comprar dólares con un dinero que se estaba devaluando constantemente. Para empeorar las cosas, por disposiciones gubernamentales vigentes, no podíamos comprar los dólares que necesitábamos, hasta cinco días antes de nuestra salida del país.

Nos arreglamos para ahorrar algún dinero por mes, pero el rápido aumento de la inflación hacía que el poder adquisitivo de nuestro dinero fuera cada vez menor, y esto reducía la cantidad de dólares que podríamos comprar. Sabíamos lo importante que es confiar siempre en la bondad de Dios; pero la situación parecía muy mala. Especialmente cuando comparábamos los gastos de viaje con el poco dinero que teníamos. Tres meses antes de la fecha de partida habíamos ahorrado tan poco, comparado con la cotización cada vez mayor del dólar en el mercado de cambios, que parecía imposible que pudiéramos hacer este importante viaje.

Decidimos escribirle a un practicista de la Ciencia Cristiana pidiéndole ayuda. Un practicista es un Científico Cristiano que dedica su vida a ayudar a los demás por medio de la oración. Mi esposo le escribió diciéndole que aunque se levantaba a las cinco de la mañana para ir a trabajar, y trabajaba catorce horas al día, no veía cómo podría ahorrar suficiente dinero para el viaje. Como se pueden imaginar, estábamos deseando recibir la respuesta del practicista. ¿Cuál sería su contestación? Así que, cuando llegó la carta, la leímos muy entusiasmados. ¿Pueden imaginarse la cara que pusimos cuando leímos que teníamos que levantarnos a las cuatro en vez de a las cinco de la mañana? ¡Nos quedamos como si nos hubieran echado un balde de agua fría!

Pero después nos reímos. Nos dimos cuenta de que habíamos hecho todo excepto lo que más necesitábamos — apoyarnos realmente en Dios y confiar humildemente en Su poder; que teníamos que dedicar esa hora a orar y estudiar para entender mejor que Dios es la verdadera fuente de nuestra provisión.

Mi esposo siguió el consejo del practicista. No tuvo más remedio porque se despertaba puntualmente todos los días a las cuatro de la mañana, sin despertador. Estudiamos más a fondo que nunca la Biblia, y Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science. Christian Science, que quiere decir Ciencia Cristiana, es el nombre que la Sra. Eddy le dio a su descubrimiento. ¡Y este estudio era exactamente lo que necesitábamos! porque empezamos a ver una cantidad de cosas que no habíamos visto antes: que nuestra verdadera provisión no consistía en dinero; que Dios, el Espíritu, es la fuente de ideas espirituales, no la fuente de dinero. Y entendimos que lo que más necesitábamos eran las ideas espirituales de Dios, que, a su vez, nos llevarían a la solución práctica de nuestro problema. Este entendimiento era oración — la oración que se eleva a Dios, el Espíritu, como nuestra única fuente del bien.

La sustancia no es materia, sino ideas espirituales

Y esta oración abrió nuestro pensamiento porque vimos que las ideas de Dios ya están a nuestro alcance en ilimitada medida. Y las ideas de Dios llenaron nuestro pensamiento. Vimos claramente que Dios es el bien y nada más que el bien, que Dios no conoce el mal porque Él es el bien infinito; la bondad de Dios no tiene límites. Y entonces razonamos así: puesto que Dios, que es nuestro Padre, es el bien infinito, Él sólo tiene el bien para Sus hijos. Así que teníamos que estar agradecidos de tener esta oportunidad para entender mejor el plan que Dios tenía para nosotros, y para ver que Él iba a proveer todo lo necesario para que ése plan se cumpliera. Fue realmente una tranquilidad entender que nosotros no éramos responsables de ese viaje; que Dios era el único responsable. Así que lo único que teníamos que hacer era abrir nuestro pensamiento y ver cómo se iba desarrollando el plan de Dios.

Pocos días después, le pidieron a mi esposo que realizara un trabajo especial que le pagarían por adelantado. Esto era suficiente para cubrir los gastos del viaje. ¡Estábamos tan contentos! ¡Habíamos probado que Dios realmente provee toda necesidad! Pero lo que realmente nos asombró fue que cuando fue a recibir el cheque, y sin que él dijera nada, le pagaron el doble de lo que le habían prometido. Habían decidido de pronto que no le estaban dando lo suficiente por el trabajo que tenía que hacer.

¡Estábamos tan agradecidos! Habíamos logrado demostrar no sólo la abundancia, sino la superabundancia de Dios. "Bueno", — pensamos — "ya no tenemos más problemas". Eso fue lo que pensamos. Porque no se terminó aquí. Todavía teníamos algo más que superar. Porque cuando mi, esposo llegó a casa con el dinero que había recibido, ¡me quedé asombrada! ¡Nunca había visto tanto junto! ¿Saben qué fue lo primero que pensé? "Ay, qué lástima, ¡gastar todo ese dinero en un viaje! ¡Y todo lo que podríamos hacer acá! Podríamos pintar la casa, comprar algunos muebles, reparar el automóvil. . ."

"¿Qué te parece sí postergamos el viaje?" le pregunté. "Sé lo que estás pensando", me contestó. "Yo también pensé lo mismo. Pero leí algo que me hizo cambiar de opinión. ¿Por qué no lo lees? Te va a ayudar". Me dio un ejemplar del The Christian Science Journal, una de las publicaciones de la Ciencia Cristiana, y me pidió que leyera cierto artículo. Decía que cuando usamos dinero para hacer frente a nuestras necesidades, no debemos pensar que estamos gastando; porque lo que uno gasta se gastó, no queda nada y tampoco vuelve. En cambio, necesitamos ver que hay un constante fluir de ideas espirituales que emanan de Dios, y que nosotros somos parte de eso, una parte activa de ese permanente fluir del bien, que emana de Dios.

Esto me hizo pensar. Para entender mejor lo que decía el artículo, traté de encostrar un ejemplo que yo conociera bien; y pensé en el sol. Entonces empecé a comparar. Así como el sol es la fuente de calor y luz, Dios, el bien, el creador del hombre y del universo, es la fuente de la cual surge toda la creación. Así que el hombre está siempre recibiendo y disfrutando el bien que Dios le está dando — así como el rayo de sol está recibiendo e impartiendo la luz y el calor de su fuente, el sol.

Qué alegría cuando me di cuenta de que no hay interrupción ni cese de este constante fluir de calor y luz; y que no hay interrupción o cese tampoco de este constante fluir del bien, que se manifiesta por medio del hombre como la expresión de Dios, como la actividad de Dios. Y así como el rayo de sol refleja la luz y el calor que lo constituyen, así también el hombre espiritual refleja la sustancia de que está hecho: el bien divino.

Mi pensamiento se llenó de paz y de una profunda alegría. Nunca pensaríamos que un rayo de sol está gastando luz. Me di cuenta de que no debía pensar que estábamos gastando dinero, sino más bien reflejando el bien que emana constantemente de Dios, la única sustancia verdadera. Esta comprensión de la abundancia de Dios fue tan clara que no sólo nos permitió hacer el viaje, sino que también pudimos pintar la casa, comprar los muebles, arreglar el automóvil, y desde ese momento viajamos todos los años a los Estados Unidos, sin problemas financieros.

La abundancia espiritual es tan infinita como Dios mismo

Nuestra gratitud era inmensa no sólo porque pudimos viajar y pintar la casa, sino porque nos dimos cuenta de que esta experiencia no fue una excepción, un hecho aislado. Sentimos que en cierta medida habíamos seguido el ejemplo de los relatos bíblicos en los que la escasez es superada a través de la oración y de la fe en Dios. También sentimos que en cierto grado habíamos seguido el ejemplo de Jesús cuando alimentó a la multitud.

Todos recordamos este acontecimiento, porque es la prueba más evidente que la provisión no depende de la materia. Y ya que éste es un hecho tan importante, vamos a hablar de él.

Como todos recordamos, Jesús había estado predicando a esta multitud; y se dio cuenta de que tenían hambre, y que era tarde para que volvieran a sus casas — habían venido desde muy lejos. Así que decidió alimentarlos allí mismo. Y lo primero que hizo fue hacerlos sentar sobro la hierba, en calma expectativa del alimento que iban a recibir.

Entonces tomó el único alimento disponible, los pocos panes y peces. Vamos a imaginar esta escena; esta gran cantidad de gente sentada sobre la hierba, en las colinas de Galilea, rodeando a Jesús y a sus discípulos. Vamos a imaginar las caras: las caras de la multitud, las caras de los discípulos. Quizás nadie decía una palabra. Pero sus caras estaban expresando lo que sentían. Estaban pensando: "¿Va a alimentarnos a todos con esos pocos panes y peces? ¡Imposible! ¡No va a poder hacerlo!" Pero Jesús miró la situación en forma diferente. No contó el alimento ni calculó que no era suficiente. Y este verbo "calcular" está muy de moda, ¿verdad? Todos calculan hoy en día. Todos tienen su calculadora. Jesús no calculó. ¿Qué fue lo que hizo? La Biblia dice que miró hacia el cielo y dio gracias. En otras palabras, elevó su pensamiento, dejando de lado la escasez, hacia Dios infinito, el bien, que está siempre satisfaciendo toda necesidad. Dio gracias porque sabía que Dios es la fuente inagotable del bien, que no conoce limitaciones sino únicamente Su propia totalidad, Su propia infinitud. Y los alimentó.

Es interesante hacer notar que aunque Jesús percibió tan claramente la abundancia de las ideas espirituales de Dios, pidió a sus discípulos que recogieran lo que había sobrado. No hay desperdicio de ideas espirituales. Esta abundancia espiritual incluye control y prudencia para usarla; y esto también debe ser expresado en nuestra vida, como lo hizo Jesús.

¿Qué debiéramos hacer nosotros cuando nos enfrentamos a la escasez? Podemos seguir el ejemplo de Jesús. Podemos apoyarnos en Dios y saber que puesto que Dios es el bien y llena todo el espacio, no puede haber falta de nada bueno. Nuestro temor y ansiedad desaparecen cuando sabemos que Dios está cuidando activamente de nosotros, de nuestra familia, de todos nuestros asuntos, de nuestro planeta, de nuestro universo. Al mirar al cielo, a la creación de Dios, infinita, abundante y espiritual, estamos bendiciendo la situación que estamos enfrentando, porque reconocemos que está siendo gobernada y protegida por Dios, que satisface todas nuestras necesidades. Entonces podemos regocijarnos en la prueba práctica del hecho de que la voluntad de Dios se hace "como en el cielo, así también en la tierra" y de que Él realmente nos da "nuestro pan de cada día" (1). Esta confianza práctica en el cuidado de Dios está expresada también en las primeras palabras de Ciencia y Salud: "Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones". (2)

Para apoyarnos "en el infinito sostenedor" necesitamos entender a Dios como Espíritu. La Ciencia Cristiana enseña que Dios o el Espíritu es sustancia — eterna, infinita. Dios no conoce otra sustancia que el Espíritu. Por lo tanto Su creación es enteramente espiritual. La creación de Dios no está hecha de sustancia material, de seres y objetos materiales, sino de ideas espirituales. Y el hombre espiritual es la idea más elevada de Dios, porque el hambre es la expresión individual de Dios, y tiene la capacidad de manifestar todas las ideas de Dios.

Y esto es cierto para cada uno de ustedes, para mí, para cada hombre, mujer y niño en todas partes. Si estamos pensando en los cuatrocientos millones de personas que están pasando hambre en todo el mundo, podemos saber que cada uno de ellos es la expresión individual de Dios y posee la habilidad, la capacidad y el poder para manifestar esta abundancia espiritual ilimitada.

El sentido espiritual revela la sustancia espiritual

Quizás ha llegado el momento de preguntar pero si esto es cierto, ¿por qué se encuentra el mundo en una situación tan desesperada? Porque, como lo hemos visto a través de esta charla, la humanidad en su mayor parte está mirando en dirección equivocada para la solución de sus problemas de carencia, y, en consecuencia, elige mal, como los dos hermanos mayores de que hablé. ¿Qué podemos hacer? ¿En qué dirección debemos mirar?

Jesús, igual que el hermano menor, eligió bien. Se basó en la ley espiritual de la provisión, que es una ley de Dios. ¿Creen ustedes que hubiera podido alimentar a la multitud si se hubiera puesto a contar los panes, y los peces? ¿Pero no es esto lo que casi todos hacemos cuando enfrentamos la escasez — contar nuestros escasos recursos materiales —? ¿No les suena familiar esto? "¡Dios mío! ¡Todo lo que tenemos que pagar! ¡Las cuentas de este mes, y los impuestos, y también debemos el seguro! Vamos a ver, tenemos mi sueldo, el sueldo de mi esposo, y quizás algo que nos quedó en nuestra cuenta corriente. . . Pero no, ¡no vamos a poder pagar todo!" ¿Ven ustedes? Estamos contando con los dedos, ¡pero sólo tenemos diez! ¿No es esto lo que están haciendo muchos economistas al enfrentar la inflación o la recesión? ¿Tratando de buscar soluciones en recursos humanos limitados, pero sin encontrar realmente la sustancia que satisface la necesidad?

No fue así como lo hizo Jesús. No buscó formas materiales de provisión, sino que miró hacia aquello que los ojos humanos no ven, la abundancia infinita de ideas en el universo espiritual de Dios. ¿Cómo las percibió? No por medio de los sentidos materiales, sino por medio de lo que la Ciencia Cristiana llama sentido espiritual. "El sentido espiritual" dice la Sra. Eddy, "es una capacidad consciente y constante para entender a Dios" (3).

Hay dos palabras muy importantes aquí "consciente" y "constante". Esta capacidad no es ciega, no es inconsciente, no; es una capacidad consciente de su propia existencia y por lo tanto, activa. No es una capacidad que está aquí ahora pero no dentro de diez minutos, o que está aquí hoy pero no mañana. Es una capacidad constante. Podemos decir que el sentido espiritual es una capacidad constantemente activa para entender a Dios.

Y lo mejor que tengo para decirles hoy es que todos tenemos sentido espiritual, que cada uno de ustedes, y yo, cada hombre, mujer y niño posee esta capacidad consciente y constante para entender a Dios. Y podemos probarlo ahora mismo; porque el sentido espiritual nos muestra la diferencia entre las ideas espirituales y los objetos materiales. Vamos a ver esta diferencia, probando así que todos poseemos sentido espiritual.

Los objetos materiales tienen límites, un comienzo y un fin, una forma finita, un valor variable. Pero las ideas de Dios son ilimitadas, siempre buenas, siempre inagotables.

¿Y qué incluyen las ideas espirituales? Cada idea espiritual refleja el poder multiplicador de Dios. Incluye incontables ideas "según su género", como una semilla de naranja incluye en sí misma las naranjas que dará una vez plantada. Pero hay una gran diferencia que tenemos que señalar, porque come ustedes saben, una semilla hay que plantarla, esperar a que germine, cuidarla hasta que la planta esté preparada para dar fruto; mientras que les ideas espirituales empiezan a revelar todo lo que incluyen precisamente en el mismo momento en que son reconocidas, porque en el universo intemporal del Espíritu todo está ya completo.

Fue la percepción de esta verdad espiritual lo que capacitó a Jesús para alimentar a la multitud. Durante veinte siglos este acontecimiento ha sido considerado un milagro. Pero, ¿fue en realidad un milagro? Si los discípulos de Jesús al caminar por las costas de Galilea hubieran visto un avión volando sobre el mar, con toda seguridad habrían pensado que era un milagro. Las leyes que hacen posible volar no se habían descubierto todavía. La tecnología necesaria para utilizarlas no fue entendida hasta principios de este siglo.

De la misma forma, la ley de Dios de provisión abundante era evidente para Jesús. Era evidente porque él se basaba en el sentido espiritual, su capacidad para entender a Dios. Así que, el hecho de que Jesús alimentó a la multitud en realidad no fue un milagro, sino la manifestación inevitable, natural, de la sustancia espiritual. A través de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana sabemos que esta sustancia está presente aquí mismo, ahora mismo; ustedes y yo podemos percibirla y utilizarla; el mundo puede usarla libremente.

El sentido espiritual hace que la humanidad deje de aferrarse a la materia

Pero el problema no está resuelto todavía, porque el mundo no ha entendido ni utilizado esta sustancia. Es realmente sorprendente que después de una prueba tan evidente del cuidado de Dios, la humanidad haya seguido sufriendo de carencia y hambre desde el siglo primero hasta el siglo veinte.

El sufrimiento del mundo puede terminar cuando le demos al mensaje de Jesús la importancia que tiene y realmente vivamos sus enseñanzas. El proclamó el reino de Dios como opuesto al mundo de la materia. El reino de Dios es Su glorioso universo espiritual de ideas. El reino de Dios es la creación de Dios. Su sólida sustancia es espiritual, no material. Tenemos que encontrar este reino.

¿Dónde podemos encontrarlo? Tenemos la respuesta de Jesús, "el reino de Dios dentro de vosotros está", (4) dentro de la consciencia del hombre.

¿Cómo podemos entrar en el reino de Dios? Es decir, ¿como podemos llegar a estar conscientes de la paz, armonía, abundancia y salud que moran en nuestra consciencia? Utilizando el sentido espiritual que Dios nos ha dado. El sentido espiritual es lo opuesto a las sentidos materiales; porque mientras el sentido espiritual nos muestra la verdadera sustancia o la realidad, los sentidos materiales nos muestran solamente símbolos de esta realidad. Un símbolo es "un signo visible de algo invisible". (5) Por lo tanto podemos deducir que la verdadera sustancia de un árbol, una montaña o una estrella es una idea espiritual que emana de Dios, el Espíritu. El problema consiste en que generalmente tomamos el símbolo material como la sustancia básica y terminamos perdiendo de vista la realidad que éste representa.

Tomemos el dinero por ejemplo, Cuando lo aceptamos como si fuera verdadera sustancia, creemos que la cantidad de dinero que tenemos nos da más o menos alegría, más o menos bienestar, ¡cuando en realidad nunca fue más que un símbolo! Únicamente un símbolo del valor real, del valor espiritual.

Por ejemplo, todos usamos números diariamente, ¿verdad? Supongamos que al sumar una cuenta de almacén o una cuenta de banco usamos el número cuatro una cantidad de veces. ¿Se preocuparon alguna vez por la escasez del número cuatro que éste uso podría provocar? ¿Que el número cuatro pudiera agotarse? ¿Pueden ustedes imaginar este diálogo?

— ¿Te enteraste de la escasez del número cuatro?

— ¡Sí! ¡y del número seis también!

— Bueno, lo mejor va a ser acaparar una buena cantidad de números cuatro y seis para hacer frente a la escasez.

¿Puede suceder esto? ¡Claro que no! Porque el número cuatro, como cualquier otro número, es simplemente el símbolo de un concepto matemático; y este concepto puede ser usado tantas veces como sea necesario, sin tener en cuenta para nada la cantidad de veces que el número cuatro, es decir, el símbolo, es usado diariamente en todo el mundo.

Lo mismo sucede con el dinero: la provisión no depende del dinero ni es producida por el dinero. Por el contrario, nuestra provisión depende de la consciencia divina, o el Espíritu, la fuente inagotable de ideas espirituales. Cuando dejamos de tener miedo y de preocuparnos por la carencia de materia y recurrimos en cambio al Espíritu, Dios, Sus ideas espirituales nos vienen inmediatamente, abundantemente; y cuando las usamos encontramos la solución a nuestro problema.

El sentido espiritual se desarrolla por medio de la oración

¿Por qué tenemos tanto temor a la falta de dinero? Porque tenemos que pagar las cuentas, pagar el alquiler, alimentar a nuestra familia. ¿No es ésta la razón? Yo también tenía temor antes, a causa de esto. Pero hoy estamos aprendiendo que nuestra vida no depende del dinero.

Jesús alimentó a la multitud por medio de la percepción espiritual, no por medio del dinero. Y cuando lo que necesitó fue dinero para obedecer la ley de su país, para pagar los impuestos, tuvo la cantidad exacta que necesitaba. Jesús no tenía una gran cantidad de dinero acumulada, pero pudo pagar los impuestos. Y todos recordamos dónde encontró el dinero. ¿Qué fue lo que lo guió a encontrarlo dentro de la boca de un pez? Su sentido espiritual. Jesús siempre se dejó guiar por su sentido espiritual. ¿Qué estamos esperando? ¡Podemos hacer lo mismo! Podemos empezar a mejorar nuestro sentido espiritual ahora mismo. ¿Cómo podemos hacerlo? Hay varias maneras; pero Jesús nos dio una oración que profundiza nuestro sentido espiritual — el Padrenuestro — incluye una petición para nuestra provisión diaria, "Danos hoy nuestro pan de cada día". ¡Qué tranquilidad saber que no somos responsables por nuestro pan de cada día, que Dios es el único responsable! La Sra. Eddy nos da el significado espiritual: "Danos gracia para hoy; alimenta los afectos hambrientos". (6) Es interesante hacer notar que ella no dice aquí, "alimenta las bocas hambrientas", sino "los afectos hambrientos"; hay necesidades espirituales para alimentar todos los días.

¿Y qué es la gracia? La gracia es la capacidad que Dios nos da para entenderlo a Él; en otras palabras — el sentido espiritual —.

El pan diario que más necesitamos es nuestro entendimiento diario de Dios. Este es el pan que pedimos, porque es con este pan que nuestras necesidades espirituales serán "alimentadas". La Sra. Eddy señala esto cuando dice: "Más que nada necesitamos la oración del deseo ferviente de crecer en gracia, expresándose en paciencia, humildad, amor y buenas obras". (7)

Cuando le pedimos a Dios "Danos hoy nuestro pan de cada día" estamos pidiendo más percepción espiritual. Nuestra oración es respondida en la medida en que nos volvemos más pacientes, humildes y amamos más. Nuestra oración es respondida en la medida en que podemos ver y disfrutar el universo espiritual, nuestra herencia dada por Dios. A medida que nos liberamos de los puntos de vista limitados del pensamiento material, el sentido espiritual nos hace conscientes de la abundancia divina que llena todo el espacio.

La Sra. Eddy descubrió que vivimos en el reino de ideas espirituales

He estado hablando sobre cómo la oración profundiza y desarrolla nuestro sentido espiritual, nuestra capacidad para entender a Dios y percibir Su universo de abundantes ideas espirituales.

Por muy desesperadas que parezcan las circunstancias humanas, podemos despertar a la totalidad del bien divino. Lo que se requiere es una profunda hambre y sed de conocer a Dios; un deseo espiritual profundo que deja completamente de lado la materia.

Esta oración de deseo espiritual profundo es lo que condujo a Mary Baker Eddy al umbral de su descubrimiento de la Christian Science.

Desde su niñez su salud había sido siempre muy precaria. Como había crecido en un hogar profundamente religioso, la niña naturalmente buscó ayuda en Dios. Su vida estuvo llena de dificultades; y siguió buscando un mejor entendimiento acerca de Dios.

Cuando tenía cerca de cuarenta y cinco años, tuvo de pronto un destello de entendimiento espiritual. Su salud, de por sí precaria, fue seriamente amenazada por una lesión. Se pensaba que no podría sobrevivir. Pero cuando leyó en la Biblia el relato de la curación que Jesús hizo de un hombre paralítico, percibió que el poder que había sanado al paralítico no era un privilegio de Jesús solamente, sino que Jesús nos mostró qué es el poder de Dios y cómo actúa. Esta era la respuesta que la Sra. Eddy había estado buscando durante toda su vida. Vio que el poder de Dios es eterno, permanente, y que está al alcance de todo aquel que sea espiritualmente receptivo. La Sra. Eddy sintió este poder y estaba pronta y dispuesta a obedecerlo. El resultado fue que sanó en ese mismo momento. Se levantó, se vistió y, ante el asombro de sus amigos, salió del cuarto para saludarlos.

Este descubrimiento fue el momento decisivo de su vida. Durante los primeros años de su descubrimiento de la Ciencia Cristiana, ella dedicó todo su tiempo a investigarla más profundamente. Pero cuando vio más claramente el potencial del poder que había descubierto y la abundancia infinita de las ideas de Dios, expresó este poder sanando a los demás por medio de la oración, enseñando y organizando su iglesia.

Al mismo tiempo, el ambiente en que vivía y su vida mejoraron. La propia experiencia de la Sra. Eddy probó el poder de basarse completamente en el Espíritu como la verdadera sustancia de la salud y la vida. La Sra. Eddy proclamó al mundo que la sustancia de la salud del hombre no está en la materia, puesto que todo ser es espiritual. Como ideas de Dios no podemos dejar de ser sanos puesto que Dios no conoce otra posibilidad. Vivimos en el Espíritu, eternamente bien y completos.

Nuestra sustancia incluye salud abundante

Gracias al descubrimiento de la Sra. Eddy, la Ciencia Cristiana, nosotros también podemos entender y experimentar la verdad de que siempre estamos viviendo en el Espíritu y bendecidos con salud y vida abundantes.

Una amiga mía tenía un resfrío muy fuerte y, como consecuencia, uno de sus oídos empezó a supurar. Me pidió que la ayudara por medio de la oración científica, por medio del tratamiento de Ciencia Cristiana. Así lo hice.

Sin embargo, después de algunos días, no se había producido ninguna mejoría. Entonces oré, "Padre, por favor dime qué necesito saber y sobre qué debo orar". Inmediatamente las palabras "temor a la falta de dinero" vinieron a mi pensamiento.

Aunque no podía ver la relación que había entre el temor a la escasez y un oído que supuraba, empecé a orar, afirmando con convicción que el hombre, creado por Dios, es una idea completa y perfecta, consciente no de la carencia sino de la plenitud espiritual. Sentí el regocijo de saber que en la forma en que Dios la conocía, mi amiga nunca podía tener temor o sufrir escasez. Al contrario, pude ver que ella estaba siempre satisfecha con su ser en el Espíritu, siempre llena de salud abundante.

La llamé por teléfono y le dije sobre qué estaba orando; y admitió que estaba realmente preocupada por su situación financiera. Hablamos sobre el amor de Dios hacia sus hijos; sobre lo grande que es el amor de Dios. Pensamos que ella y yo, como madres, queríamos lo mejor para nuestros hijos y les dábamos lo mejor. Luego vimos que el amor perfecto y divino de Dios está abrazando tiernamente a Sus hijos, manteniéndolos, apoyándolos y proveyéndoles abundantemente. Mi amiga se dio cuenta de que ella nunca podía estar fuera de este amor infinito, que lo incluye todo.

Dos días después me llamó por teléfono para decirme que estaba bien, y no sólo eso sino que su situación financiera había mejorado también. Ambos problemas fueron solucionados al reemplazar un falso concepto material de sí misma con el hecho verdadero y espiritual. En todo momento podemos estar conscientes de que el Espíritu, Dios, es nuestra fuente, en quien tenemos nuestro ser.

Vivimos en el bien constante

Volvamos ahora un momento al relato de los tres hermanos. Vimos cómo los dos hermanos mayores hicieron aparentemente una elección muy buena que les dio riqueza, seguridad y un futuro sin problemas. Y que al mismo tiempo la elección que hizo el menor pareció ridícula. Sin embargo, resultó ser la correcta. ¿Por qué? Porque aún desde el punto de vista humano, cuando uno posee conocimiento, no puede ser privado de él; el conocimiento nunca se gasta; no depende de las circunstancias.

Por medio de su vida, Jesús nos mostró cómo hacer una decisión correcta proveyó a sus necesidades y a las de los demás a través de su conocimiento. Pero el suyo no era un conocimiento humano corriente; era conocimiento al más alto nivel, su entendimiento del Cristo. El Cristo es la Verdad eterna, la verdadera idea de Dios y el hombre. Podemos tomar todo el conocimiento que la humanidad posee, y darlo a una computadora. El resultado nunca va a ser el Cristo, la verdadera idea de Dios y el hombre. Esto es lo que Jesús expresó.

Para darnos cuenta de por qué es tan importante que tengamos este conocimiento espiritual, vamos a ver nuevamente los efectos de este conocimiento en las otras situaciones de que hablamos hoy. Mi esposo y yo teníamos miedo de no poder hacer el viaje. ¿De qué teníamos miedo? De recursos materiales limitados. Los discípulos de Jesús y la multitud tenían miedo de no poder alimentarse. ¿De qué tenían miedo? De recursos materiales limitados. Mi amiga tenía miedo de no tener suficiente dinero. ¿De qué tenía miedo? De recursos materiales limitados.

Vemos así que en el fundamento de toda carencia siempre hay temor a recursos materiales limitados. Los recursos materiales con su limitación, cambios y disminución producen temor, falta de confianza e inseguridad. Y estos son tres elementos que, de acuerdo a los economistas, se encuentran en la base misma de la inflación. Cuanto más temor, cuanta más falta de confianza, cuanto más inseguridad, mayor es la inflación, la carencia.

Este círculo vicioso puede ser roto únicamente por el conocimiento del Cristo, por el entendimiento espiritual de lo que es Dios, de lo que es el hombre. Necesitamos entender a Dios como el Ser Supremo, que llena todo el espacio — como el Espíritu, incambiable, inmutable, eternamente bueno.

El hombre es la expresión individual de Dios, y tiene la capacidad de manifestar todas las ideas de Dios. ¿Nos damos cuenta del potencial de bien que esto significa? Cada idea espiritual refleja el poder multiplicador de Dios. Cada idea espiritual incluye en sí misma incontables ideas, "según su género". No tenemos el 25%, el 75% ni siquiera el 99%, sino todas las ideas de Dios. ¡Todas las ideas de Dios están en la consciencia del hombre, bendiciendo, sanando, multiplicándose, proveyendo!

¿Puede la totalidad de las ideas de Dio sufrir las consecuencias de la inflación o de la deflación? ¿Podemos pedir el 10% el 20% más que todo?

Poseemos un universo entero, el universo espiritual de Dios para vivir en él, expresarlo y disfrutarlo. Todo el bien se está desarrollando eternamente en nuestra consciencia, multiplicándose, expandiéndose, elevándose más y más en el entendimiento del universo de Dios.

En las palabras de la Sra. Eddy: "Dios expresa en el hombre la idea infinita, desarrollándose eternamente, ensanchándose y elevándose más y más desde una base ilimitada". (8)

Jesús nos asegura: "No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino". (9)

 

* Christian Science (Crischan Sáiens).

(1) Mateo 6:10,11 (según Versión Moderna);

(2) Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. VII;

(3) ibid., pág. 209;

(4) Lucas 17:21 (según Versión Moderna);

(5) Webster's Seventh New Collegiate Dictionary, pág. 892;

(6) Ciencia y Salud, pág. 17;

(7) ibid., pág. 4;

(8) ibid.; pág. 258;

(9) Lucas 12:32.

 

 

[1976.]

 

 

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